miércoles, 29 de febrero de 2012

No apaguéis al Espíritu

La expresión “no apaguéis al espíritu” tiene un contexto amplio en 1 Tes. 5:12-24. Se haya lado a lado con otros 16 imperativos ocupando el número 12. Se trata de los deberes fraternales (v.12-15), por un lado hacia los lideres (v.12-13a) y por el otro, hacia todos (13b-15b). Luego vienen las exhortaciones a la vida renovadora (v.16-21) en donde la devoción y la palabra se reúnen. En ese contexto, la palabra apagar o extinguir se usa del fuego o de la luz, y en el primer siglo ambas formas de alumbrar se reducían al fuego (Mt.12:20). El contexto inmediato se refiere al lugar de la Palabra en la congregación.
Es seguro que cualquiera de los excesos censurados por Pablo o de las carestías señaladas en los mandamientos anteriores en los versos 12-21 puede, potencialmente, apagar al Espíritu. Pero de manera especial lo hace atar la palabra de Dios. Esta carta fue la primera que se escribió a mediados del primer siglo y las congregaciones no tenían Biblias completas para oír la voz de Dios. La costumbre de oír la predicación (profecía) era baja y los creyentes aprendían oyendo, por eso Pablo instruye que se lea el Antiguo Testamento (1 Ti. 4:13). En ese contexto, no esperar con hambre la instrucción de Dios era menospreciar la profecía. Dios quería que el Espíritu fuese soberano en la congregación y él nunca lo es más que cuando él habla a corazones abiertos a la exhortación y la enseñanza.
 Ese sentido de apertura, de expectativa y de reconocimiento a la soberanía del Espíritu en la congregación es una marca de una iglesia dispuesta a renovarse, a transformarse y a crecer. Pablo les ha dicho que “el evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre” (1:5). Estos receptores entusiastas de la palabra (1:6), se habían convertido en verdaderos transmisores al punto que según Pablo “nosotros no tenemos necesidad de hablar nada” (1:8).  Pero ese había sido al inicio de la evangelización en Tesalónica.
Ahora quizá los líderes locales de la Iglesia habían iniciado una serie de reformas para corregir algunas ideas equivocadas. Cosas relativas a la conducta (4:1-12) y a la esperanza cristiana que habían producido desordenes y desconsuelo entre los creyentes (4:13-18). Es posible que, a partir de tales correcciones, los cristianos hubieran perdido la capacidad de oír con apertura a sus líderes locales. Pablo dice que afrontar la predicación, la acción del Espíritu y la soberanía de Dios en la congregación con indiferencia, definitivamente apaga el Espíritu.
1 Tesalonicenses 1 al 3 es un recordatorio de la emoción y vitalidad que caracterizó a la Iglesia que escuchaba con expectativa la palabra. Vea los cinco “porque” del capítulo 2; 1. Los tesalonicenses sabían del fruto de la visita apostólica (v. 1-2); 2. La palabra entregada  vino de la mas diáfana expresión de la voluntad de Dios (v.3-4); 3. Pablo les manifestó un profundo afecto y ternura (v.5-8); 4. Su esfuerzo fue denodado al pastorearles (v. 9-13) 5. El resultado fue que la iglesia estuvo dispuesta aún a sufrir de los de su propia nación con tal de testificar. Pero ahora la actitud hacia la palabra había cambiado.
La Iglesia hoy debe aprender de todo esto. Primero, volviendo al proverbial primer amor, a la fe sencilla y a la esperanza vigente y abierta al señor. Segundo, mostrando el hambre por la palabra que los creyentes siempre debemos tener. Tercero, hacer las modificaciones de actitud, de conducta, de perspectiva y de esperanza que la enseñanza ordena. Cuarto, la obediencia es la única manera de mantener activo, alumbrado y encendido el fuego del Espíritu que Dios tiene para mi vida. 

lunes, 20 de febrero de 2012

La Biblia y la visión comunitarista de Hechos 2

Con los ataques a la propiedad del siglo XIX, cobró auge entre algunos estudiosos de la Biblia la idea de que Hechos 2 era la versión cristiana de las ideas de K. Marx. Esa opinión se repite hoy con más audacia que sustento contextual. A continuación veamos otro análisis de esos eventos. Lo primero que hay que observar es que los discípulos, tras el arresto de Jesús, volvieron al lugar del cual habían salido, el aposento alto.  Tras la resurrección se habla ya de “el lugar donde los discípulos estaban reunidos” (Jn. 20:19). De hecho la ascensión del señor les sorprende conviviendo en ese lugar (Hch.1:13).
En segundo lugar, hay que preguntarse porque permitió Dios que la Iglesia tuviera la experiencia del comunitarismo. Es claro que nosotros no podemos repetir la experiencia de Jerusalén, pero si podemos proclamar la experiencia de Jerusalén. Me parece que la intención es kerigmática, es para recalcar la unidad del Espíritu y el auxilio de la iglesia frente al temor del ser humano. Los discípulos estaban ahí por miedo (Jn.20:19 cp. Gn.3:10).
En tercer lugar, la voluntad del señor no era que se quedaran reunidos ahí para siempre. De hecho la orden a los discípulos fue ser testigos a “Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hch.1:8).  Por eso no debe sorprendernos que tras la muerte de Esteban, “hubo una gran persecución contra la Iglesia que estaba en Jerusalén y todos fueron esparcidos… salvo los apóstoles” (Hch.8:1).
Cuarto, la venta de los bienes era voluntaria y no una exigencia de la conversión. En el plano espiritual era expresión de la dirección y unidad del Espíritu. La experiencia de Ananías y Safira deja en claro que la propiedad no estaba bajo ataque: “reteniéndola ¿no se te quedaba a ti? Y vendida ¿no estaba en tu poder?” (Hch.5:4).
Quinto, ¿quiénes serían los misioneros? Posiblemente los cristianos que no tenían propiedades. No es descabellado sugerir que aquellos sujetos a la dirección de “vender”, también debían obedecer a Dios en la orden de misionar y que ambos actos están concatenados. Hoy quizá sea otra cosa pero entonces no se podía misionar con grandes propiedades productivas y negocios que atender. De ellos se habían desentendido los creyentes tras la experiencia de conversión y unidad del Espíritu. Proclamar la experiencia de Jerusalén incluye el poco apego a lo material para poder misionar.
Sexto, parece que quienes no acometieron la orden de vender y la orden de misionar bajo la dirección del Espíritu sino bajo el signo de Ananías y Safira, se quedaron en Jerusalén, sin bienes y sin sustento.  Pablo, tomó ocasión de esto para retomar la compasión antiguotestamentaria, solicitando ofrendas para los creyentes pobres de Jerusalén. Es curioso que es la única comunidad cristiana para la que se solicita ayuda (Ro.15:26; 1Co.16:3,2Co.8,9). Aquellos que hicieron sacrificios materiales sin la intención de misionar el resultado no fue “teología de la prosperidad” sino pobreza.
Finalmente, la iglesia no puede volver a la experiencia de la iglesia primitiva pero si debe enseñar, en el contexto de la misión en Hechos, que es necesario continuar predicando hasta lo último de la tierra. La iglesia no es una comunidad de bienes sino una comunidad de dones, en donde cada uno pone al servicio de Dios su don para la edificación del cuerpo. Como en Jerusalén, los creyentes debemos considerar cómo poner de lado nuestros bienes para servir al señor más plenamente. Esa fue la oportunidad que tuvo la primera Iglesia para encender la luz apagada de Israel y alumbrar a las naciones. La Iglesia universal es producto de ese primer sacrificio. 

domingo, 12 de febrero de 2012

Un cuerpo para ofrecer salvación a todos los pueblos

En primer lugar, Dios prepara un nuevo cuerpo para ofrecer la salvación prometida a Israel v. 1-4. La oferta de salvación ocurre cuando se celebra el inicio de las cosechas (Lev. 23:15-19) v. 1. Es adecuado celebrar la nueva cosecha expresada por la comunidad que nació ese día. La nueva edad ha empezado y Dios prepara un nuevo cuerpo para ofrecer la salvación prometida a todos los pueblos. La oferta de la salvación ocurre marcando la presencia de Dios v. 2. Un viento fuerte “arrasador” (Isa 17:12; 28:15; 29:6), como el viento que soplaría sobre los huesos secos (Ez.37:5-10; cf.Jn20:22) patentiza su presencia.
El viento llenó toda la casa, nos recuerda la consagración del tabernáculo (Ex 40:34-25) o el templo (1 R 8:10; 2 Cr 7:1-2 cf. Isa 6:1); el templo escatológico (Ez 10:4; 43:2-5), cuando una nube de gloria "llenó toda la casa". De modo que el viento poderoso del Espíritu marca a la iglesia como quien contiene la presencia de Dios, el templo del Espíritu. Tú eres piedra viva en ese templo.
La oferta de la salvación ocurre consagrando el nuevo cuerpo al servicio de Dios v. 3. Las lenguas de fuego nos recuerdan la dedicación del templo de Salomón en (2 Cron 7:1) “descendió fuego del cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria de Yahvé llenó la casa" Y al inaugurar los sacrificios del tabernáculo de la presencia de Yahvé salió un fuego, que consumió el holocausto..." (Lev 9:24). El Pentecostés es la solemne consagración de la Iglesia como el Nuevo Templo. Tú estás consagrado a Dios.
La oferta de la salvación ocurre declarando la voluntad de Dios v. 4. El control del Espíritu marca a la iglesia como quien capacita a los adoradores para hablar. Esta nueva edad del Espíritu que extiende su voluntad y su mensaje a otros pueblos. Nos recuerda a la creación: viento, álito de vida (Gn 2:7; 7:22). En la creación (Gn. 1), el ministerio de Jesús (Mt 4) y la misión (Hch 2) cada inicio el Espíritu esta ahí.
En segundo lugar, Dios prepara un nuevo cuerpo para ofrecer la salvación a todos los pueblos v. 5-13. El nuevo cuerpo esta constituido por gente de todas  las naciones v. 5-6. Es la primera sugerencia de que Las lenguas de Hechos son idiomas. Son lenguas a judíos piadosos dispuestos a creer. El nuevo cuerpo ha revertido la maldición de Babel para recibir a todos los pueblos v. 7-11. Para redimir a las naciones Dios revierte la confusión de lenguas para que tú puedas predicar el evangelio a todos los pueblos. Se trata pues de tu invitación a las naciones a comprender y a obedecer a Dios.
Los judíos celebraban la “comunicación” de la ley, pero aquí en Pentecostés esta en juego la proclama de la voluntad de Dios. Este largo registro de naciones indica que Dios tiene una perspectiva internacional en la comunicación de su voluntad (2:9-10). La inauguración de la Iglesia incluye escuchar las maravillas de Dios en los tonos específicos del idioma propio, lo cual significa que Dios ha aceptado en el reino a muchas naciones y grupos no judíos. Por eso es que tu estas aquí hoy en su presencia.
Pero el nuevo cuerpo debe ser bien presentado al los piadosos v. 12. Eso es lo que encontramos haciendo a Pedro en los vs. 14-42, explicando con esmero el plan de Dios. Sin embargo, El nuevo cuerpo sufrirá oposición como ya lo sugiere el v. 13. El resto del libro y de tu vida elabora estos dos últimos puntos, la explicación de la Iglesia a los gentiles y la persecución desde distintas fuerzas en contra de la obra de Dios en tu vida. Sin embargo, a lo largo del libro vemos que el Espíritu sustenta la vida de la Iglesia. Así, que el día de Pentecostés es día de celebrar la cosecha, si tu estas dispuesto a trabajar.

miércoles, 1 de febrero de 2012

La Iglesia que espera en el poder del señor, descubre su voluntad

¿Qué esperamos en la Iglesia hoy? ¿Un día de reunión? ¿Una palabra elegantemente preparada?  En Hechos 1 a los creyentes se les ordena esperar el poder del Espíritu. Nosotros debemos esperar la capacitación divina para testificar en nuestro vecindario. Esa promesa se actualiza cuando los creyentes son hechos parte la comunidad (1Co. 12:13) que testifica hasta lo último de la tierra por el poder de Dios (Hch.1:4, 8 12).
El sentido de expectativa tiene sus propios medios de comprobarse. Esperamos su poder y su promesa cuando estamos “perseverando unánimes” (Hch.1:14). Estar juntos hoy aquí es identificarnos ya como comunidad que se prepara para testificar. Somos la familia de Jesús, aquellos que buscamos hacer su voluntad. Como dijera el “aquel que hace la voluntad de mi padre que esta en los cielos, ese es mi hermano, y hermana y madre” (Mt 12:46-50). Perseverar unánimes tiene como propósito expresar comunitariamente la esperanza de la promesa del padre actualizada en los que creen (Hch.1:4).   
El sentido de expectativa también se ve en que nos hallamos “en oración y ruego” (Hch.1:14). No esperamos cruzados de brazos o entretenidos por otras cosas. Esperamos concentrados en el señor. La oración es una parte importante del libro de los Hechos. En el capitulo 1 se manifiesta como actividad habitual (Hch.1:14), pero también esta el contenido por el que se oraba (Hch.1:24-25).  No vamos a orar por la instalación de nuevos apóstoles, pero si oraremos por la manifestación de la soberanía de Dios en la vitalidad del liderazgo, como los apóstoles esperaron en el Espíritu para dar el próximo paso.
El aposento alto fue el lugar en donde Jesús y sus discípulos estuvieron juntos por última vez. Ahí volvieron después de haber sido apresado el Señor. La separación física y espiritual de Judas hace que ahí en el aposento alto los discípulos oren por que el señor se manifieste soberanamente sobre el liderazgo. No hubiese sido posible ver desplegada la soberanía y dirección de Dios para ese fin si estaban separados. Se reunieron como comunidad de fe para ver al señor dirigiendo a su pueblo. El resultado del  sentido de expectativa es que Dios recompensa manifestándose a cada cual, y a toda la congregación, en palabra, en discernimiento y en poder (Hch.1:24-25).
¿Qué espera la iglesia hoy?  La Iglesia espera los signos de la nueva creación, la oración respondida (el poder), el gozo y el amor, como antecedente bíblico de que Dios se ha propuesto visitar a su pueblo para hacer habitar su gloria entre nosotros (Jn.15:10-17). Estos frutos son mucho más profundos en tanto y en cuanto tienen que ver con la calidad de vida que el reino propone al creyente (Gá.5:18-23).
Otro cosa que esperamos como resultado de la obra del Espíritu es crecer. Hechos dice que “el señor añadía cada día los que habían de ser salvos” (Hch.2:47).  La perspectiva de crecimiento que deberíamos tener no es mensual o anual, Hechos dice “cada día”. Es el resultado de esperar perseverando unánimes pidiendo y rogándole que el manifieste su soberanía, su poder y su gracia a esta comunidad, presidida por el Espíritu Santo. Este crecimiento no es un fin en si mismo, ni siquiera parece ser la preocupación principal de los líderes de la Iglesia, es el resultado la presencia de Dios entre su pueblo.
Pero es claro que en donde la iglesia espera en oración que la voluntad Dios se haga patente y se manifieste su presencia y su gloria, Dios añade gente a su pueblo. En Hechos 1 el añadido concreto fue Matías al equipo apostólico: “y la suerte cayó sobre Matías y fue contado con los once apóstoles” Hch.1:26.  Debe haber alguna dinámica por la que la comunidad permite que se manifieste la voluntad y soberanía del señor en el corazón de cada uno. Los bautistas preguntan a la congregación que le esta diciendo el Señor; otros quizá lo hagan por medio del liderazgo que consulta al señor en oración. Otros oran buscando consensos, pero de una u otra manera esperamos siempre que el señor nos dirija.