sábado, 26 de septiembre de 2009

La Biblia y el ideal de la ética pos ilustrada: la igualdad

¿Cuál es el ideal de la ética judeocristiana? ¿La igualdad económica o la responsabilidad por mis actos, incluida la productividad para tener que compartir con el que padece necesidad? ¿La igualdad social o la interiorización de valores por los que respondo ante Dios y expreso mi amor al prójimo? ¿Es la desigualdad humana el mayor oprobio ante Dios o eludir toda responsabilidad humana, colocándome fuera del alcance de la autoridad y gobierno de Dios?


Los distintos esfuerzos por situar a los profetas y a Jesús dentro de la igualdad matemática han fracasado. Jesús no criticó a la familia para desterrar la idea patriarcal sino para reordenar las relaciones en función del amor. Los profetas no son igualitaristas, definen la justicia como la compasión, no para igualar a todos, sino, para exigir que nadie sea indiferente al sufrimiento; la ley de Moisés, demanda que ningún ser humano sea indiferente a la necesidad humana, sobre todo en Israel. El ideal judeocristiano es responder en todo momento a Dios por mi prójimo, sobre todo, por aquel que me es cercano y cuya necesidad conozco.

¿Asume la frase "para que haya igualdad" simetría total con la comunidad de Corinto, al punto que si Jerusalén vuelve a tener necesidad ya Macedonia no pueda ayudar por que se logró la simetría? ¿O supone proporcionalidad que acepta diferencias de rentas en Corintio para ayudar a otros? ¿No opta toda la Biblia sólo por poner las simientes liberadoras de la infinita dignidad del ser humano? ¿Por qué no recomienda una feroz lucha en contra de la esclavitud, cruda expresión de desigualdad? ¿Cómo explicar la coexistencia con la esclavitud? ¿Será porque la igualdad sólo se logra pagando un precio muy alto, la pérdida de la libertad?


Fue después del grito de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, en Francia, el 11 de Julio de 1789, que el ideal de la ética social se convirtió en la igualdad. Los americanos se expresaron igual en su declaración de independencia en 1776. Para europeos y americanos hubo un lento desarrollo que incluyó pertenencia a una comunidad civil, en el siglo XVIII, derechos políticos, en el siglo XIX, y en el siglo XX, la igualdad de rentas y derrota de toda asimetría.


La experiencia socialista ha demostrado que resultó fácil igualar a todos hacia abajo (quitándole a éste para darle a aquel). Por supuesto, siempre quedan elites que gobiernan que para nada practican la isonomía o igualdad. ¿Es la igualdad social y económica lograda únicamente a través de la beneficencia del Estado y de la Iglesia o se obtiene también por medio de la creación de empleo que cierra la brecha relativa entre ricos y pobres? ¿En donde se ha cerrado la brecha con mayor eficiencia? ¿Entre los que proponen una legislación repartidora o entre quienes promueven el merito y el sacrificio de la ética de trabajo judeocristiana?


¿En donde hay mas virtud, en donde se iguala a todos hacia abajo (quitándole a este para darle a aquel) o en donde se iguala a todos hacia arriba? ¿Es la lucha por igualar a todos hacia arriba producto de la filosofía igualitarista de la pos ilustración, o producto de respetar por ley, el merito, el esfuerzo y el empeño de los que crean empleo, pagan salarios y dan lugar al surgimiento de la clase media que cierra la brecha relativa entre ricos y pobres?


En la medida que no reflexionemos sobre estas cosas y tengamos respuestas claras, seguiremos tomando los rábanos por las hojas, o tirando al bebé con el agua de la bañera. ¿Será que el cristianismo también nos impone la obligación de crecer intelectualmente y aclararnos las ideas o solo nos requiere aceptar las mentiras y mitos que nos han dicho en el aula o en el partido? Blas Pascal decía: "El esfuerzo mental por aclararnos las ideas es el fundamento de una vida moral". De otra manera seguiremos siendo pobres, creyendo fantasías. La oferta política se aprovechará de esto y nos dispondremos a que nos mientan otra vez.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Qué es lo importante: ¿El mercado o escoger?

Sigamos preguntando. ¿Tienen ídolos los seres humanos? ¿Absolutizan procesos y personas? ¿Es el mercado una de esos ídolos? Estas son preguntas pertinentes cuando se trata de entender la sociedad moderna. El profesor Wilhelm Röpke definió el mercado como un proceso de millones de decisiones, mutuamente anónimas, que hacen posible que distintos objetos lleguen a las manos de aquellos que los necesitan. Esa es la idea tras el sencillo artículo “yo lápiz”, que ilustra la cantidad de decisiones, no coordinadas, que ocurrieron para producirlo. Por supuesto, quien no ha reflexionado sobre la complejidad de esas transacciones no coordinadas lo considera simplista.

Claro, el ingrediente teológico entra cuando aceptamos que las necesidades de cada persona son infinitas e ineludibles. Entonces un proceso útil se convierte en un dios, el materialismo. Pero ojo, el dios no es el mercado sino "la cosa" que el mercado me trae. ¿Tiene el mercado un ingrediente moral? Es amoral. El mercado es un medio eficaz para darle a la población lo que busque: pornografía, medicina, alimentos, drogas o Biblias. Pero es usted quien escoge qué producir y qué comprar. No hay una organización de Mercados Unidos del Mundo que determine que es lo que usted escogerá. El mercado satisface los más nobles como los mas bajos instintos del ser humano. De ahi que, eticamente, lo importante no es el mercado sino quién escoge qué.

La ética de las personas sirve para criticar lo que estas escogen y producen, pero difícilmente para criticar un mecanismo que no esta coordinado por alguien. No criticamos el cuchillo de cocina porque un gran número de asesinatos se cometen con él. Tampoco es posible encontrar una ética de fines aplicada a la abstracción llamada mercado, en tanto la institución esta compuesta por esa multitud de decisiones que incluyen las que el lector realizó el día de hoy. De ello se benefician aun los críticos más amargos del mercado. La ética del lucro y del uso de medios que son escasos son cosas que deben analizarse con mas detenimiento.

¿Que se espera de la ética de los actores del lado de la oferta de esa abstracción que llamamos mercado? Que en esa oferta no se tome al ser humano como medio, sino siempre como fin; que en esa oferta no se use la mentira como medio para apropiarse del dinero de los clientes; y que en esa oferta no se use de la fuerza para hacer que unos compren u otros vendan, en contra de su voluntad.

¿Que se espera de la ética de los actores del lado de la demanda de esa abstracción? Que en esa demanda no se adquiera cosas que me esclavizan; no promueva la oferta de cosas que destruyen a otros; no promueva la oferta de cosas que destruyen valores mas altos como la familia, la vida y la fe. Decisiones personalisimas.

Pero también hay un lado político en todo esto. Es una seria confusión creer que ese lado político amigable al mercado equivale a un abstencionismo del Estado en materia económica. Esa posición se llama anarquismo y los defensores del mercado conocidos en nuestro medio no son anarquistas. En todo caso, el mercado se basa en el ejercicio de los derechos de las personas, y para eso, por ejemplo, los conocidos autores de la Escuela Austriaca, al contrario, abogaban por un estado fuerte, que hiciera respetar esos derechos.

Pensar en la ética del mercado requiere rigor intelectual más que prejuicio o insidia. ¿Es el mercado perfecto? No lo es, pero tiene mecanismos propios de corrección y sus perdidas son privadas, salvo donde el gobierno las socializa, como sucedió en Estados Unidos. El mercado no es una filosofía de vida, es sólo un mecanismo para procurar la administración eficiente de medios que son escasos y el economista es quien trata de explicar ese sentido.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Respuesta a Álvaro Velásquez: La Alianza Evangélica y ProReforma

De manera comedida e inteligente, Álvaro Velásquez, en Siglo XXI, 17/09/2009, critica la postura de la Alianza Evangélica de Guatemala, en torno a ProReforma. Es necesario explicar el origen de la relación entre estas entidades. Empezó hace dos años cuando no se había lanzado la campaña de reunir firmas. Fue una iniciativa ajena a las dos asociaciones. El Instituto de Servicios a la Nación convocó a la Directiva de la Alianza y de ProReforma para averiguar en que consistían las Reformas y si era posible un entendimiento entre ambas entidades.

Ya existía en el Instituto de Servicios a la Nación, por razones teológicas, la desconfianza que Velásquez percibe en contra del positivismo jurídico. Las causas no pueden explicarse en su totalidad ahora. Pero empecemos por aceptar que los cambios de tradición jurídica no son nuevos. Primero, se ve en la imposición de Justiniano, que hizo del derecho consuetudinario romano derecho positivo; segundo, en el derecho canónigo de Gregorio VII, que centralizó el poder de la Iglesia por medios jurídicos, cosa que, tercero, reñía con el derecho consuetudinario de los pueblos germanos, entre los cuales la Iglesia servía; cuarto, Lutero mismo quemó el derecho canónigo, juntamente con la bula de excomunión, como mecanismo de adhesión al derecho más cercano al pueblo de los electores Juan y Federico de Sajonia (en contra del derecho positivo); hasta llegar a la Revolución Francesa (1789-1799) que redefinió las penas, las leyes y los instancias legislativas, alejándose de la lex consuetudinis.

En otras palabras, cambiar de escuela de Derecho ha sido una constante en la historia, hasta que en Inglaterra y los países nórdicos se asentó una versión que promueve el Estado de Derecho y a la persona humana. Fue un triunfo, mas que de la "paleoeconomía", del "paleoderecho", con su republicanismo y su respeto a la persona humana. “Paleo” es una buena palabra que significa antiguo, como el respeto que se tiene por las “paleo” normas bíblicas, que no por ser antiguas son de menos valor.

En fin, la argumentación de la Alianza Evangélica es en todo momento “teológica”, a partir del dato político central de las Escrituras: el infinito valor de la persona humana; de ahí, se pasa a rechazar el sistema político actual que crea privilegios políticos, legales o económicos según sea el caso. Para luego aterrizar en un argumento moral: en donde se crean fueros y privilegios, se relativiza la moral de todos, porque todos nos hacemos indiferentes al prójimo, a las reglas de convivencia y a la ética en general, porque los derechos de todas las personas se han hecho relativos, por ley. Ese desborde de inmoralidad produce violencia en Guatemala.

Pero Velázquez dice algo que la presentación de la Alianza no dice: “la conclusión absurda de que el pecado sólo se ve en el Estado y no en el mercado”. Esto es serio, porque la presentación no menciona el mercado ni una sola vez. ¿Si no lo hace como puede santificarlo? La conclusión absurda es, precisamente, de quien saca del silencio, un argumento a favor del mercado. A propósito del silencio, dice el autor que el esperaba (aqui exagero yo) una lluvia de textos bíblicos. ¡Vamos hermano, no pretenderá que la exegesis bíblica sea tomada en serio por una Comisión del Congreso! No fuimos a un culto.

Quizá usted no lo sepa, pero en las 95 tesis de Lutero, el corazón de los orígenes de la Reforma Protestante, se cita la Biblia una sola vez (y sin versículo, 1. Co. 12, Tesis 78). La Alianza no es una Iglesia, es una suma de Iglesias, un grupo que vela por los intereses de todas las Iglesias en relación con los poderes del país. Su voz cobra sentido si representa la enseñanza central de la Biblia: el infinito valor de la persona humana. Precisamente, eso fue lo que hace dos años descubrimos como coincidencia con ProReforma (y con la Constitución Política de la República de Guatemala).

domingo, 13 de septiembre de 2009

“Gracias Padre, porque no somos perseguidos”... ¿o si?

Así oramos, dando gracias que podemos adorar con “toda” libertad. Yo creo que ha llegado el momento de revisar si eso es cierto o no. El Estado no siempre es respetuoso, la mayoría de veces es autoritario. La mayor parte de las veces no respeta ni protege al ser humano y no quiere rendir cuentas sobre ese crucial hecho. Por eso el Estado define la justicia a su manera. Justicia es lo que decide el legislador y la clase política. ¿Y el ser humano? Muy bien gracias…

El infinito valor de la persona humana, es el dato central, consignado en las Sagradas Escrituras. Primero, porque el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios y nadie puede, ni siquiera en nombre de la ley, enseñorearse de el; segundo, Dios protege la vida humana; tercero, la Biblia afirma la igualdad de todos los hombres delante de Dios. Cuarto, las Escrituras enseñan que si Dios mismo ha dotado al hombre de libertad, aun de libertad para desobedecerle, ningún sistema o legislación puede conculcar esa libertad, la cual tiene como único limite, el respeto al derecho ajeno, a la moral y a Dios.

El Estado en sus diversas formas de gestión política, crea fueros especiales, estados de derecho, privilegios, a unos porque tienen el poder, a otros porque tienen el dinero y a otros por que no tienen ni una cosa ni la otra. En esa circunstancia, los hombres pierden la igualdad de todos ante Dios y la ley, condición original con la que fuimos investidos por el creador.

La cuestión es ¿por qué aceptamos los creyentes la definición de justicia del Estado? ¿Será que por eso no somos perseguidos? ¿Hemos aceptado que el Estado nos trate desigualmente a pesar de ser iguales? Mi tesis es que no somos perseguidos porque el Estado ya triunfó en sus valores e injusticias sobre nosotros.

Cuando los hombres aceptan tales fueros y privilegios, ya no se interesan por respetar los derechos del otro. Porque los derechos de todos son relativos. Las personas no son iguales ante la ley en tanto están sujetas a ser promovidas por una disposición política, a ser afectadas en sus bienes o personas por una nueva ley, o a ser denostadas por algún fallo fundado en privilegios.

Esta condición es un factor importante de destrucción de la ley y de las buenas costumbres. Cuando los derechos de todos son relativos nos convertimos en infractores habituales de las normas y de esos derechos. No hay, entonces, tribunales, ni fuerzas de seguridad suficientes, para controlar el desborde social producto de esa actitud. En la tradición Judeocristiana, las personas aprenden responsabilidad cuando se atienen a las consecuencias de sus actos. En donde los fueros y privilegios que vienen de la ley, han relativizado los derechos de todos, eso ya no es posible.

Los creyentes oramos “gracias porque tenemos libertad para adorarte”. ¿La tenemos? ¿Tenemos libertad de conciencia? Sospecho que no somos perseguidos por habernos rendido a lo que el Estado hace con el ser humano. Si nos hemos plegado a ello, consecuentemente no tenemos libertad de conciencia.

El Estado ha infectado a todos los habitantes de cierta insensibilidad jurídica, que equivale ni más ni menos que a la intromisión del Estado en el ámbito más sagrado del ser humano, el terreno de su conciencia, en el cual se ha depositado la infeliz semilla de la indiferencia moral frente al ser humano y sus derechos. Realmente, no tenemos libertad. ¿Hemos sido subyugados? Yo creo que definitivamente SI LO HEMOS SIDO, y por insensibilidad espiritual y jurídica (o moral), ni siquiera nos hemos dado cuenta.